Pragmatism

En esta primera entrada quiero estrenar el blog explicando por qué he decidido titularlo así. Sobre sus contenidos no he decidido ninguna temática concreta al ser un blog personal; podría escribir sobre cualquier cuestión que me interese, aunque me imagino que también se encontrará un aire de familia entre lo que escriba y las preocupaciones íntimas que fundamentan las lineas que siguen.

Sean bienvenidos.

Fortune Oblige

En una de las mejores defensas del liberalismo de izquierdas [1], y a propósito del equilibrio preciso entre los valores de la tríada ilustrada de Libertad, Igualdad y Fraternidad -el proyecto civilizatorio más importante de la historia de la humanidad y el único que realmente merece la pena-, se comenta, en relación a la teoría de la justicia de Rawls, que:

Sentimos que quienes padecen el azote de una catástrofe natural o de una invalidez física tienen derecho a pedir compensaciones en nombre de la justicia al resto de los contribuyentes, es decir, al Estado. Actuando bajo el imperio de esta motivación, los poderes públicos pretenden asegurar un máximo de igualdad de oportunidades, una equiparación en los medios para obtener resultados desiguales. Más que “noblesse oblige”, el lema de la justicia rawlsiana es “fortune oblige”.

Desde el momento en que terminé esa línea, supe que había encontrado un lema que sintetizaba una visión general -unos principios de justicia- que encajaban de forma perfecta con mis propias intuiciones, sobre nuestros deberes tanto éticos como políticos:

El esquema distributivo que habrá de imperar en la sociedad sabrá preservar los incentivos para cooperar con el orden social de aquéllos a los que el favor de la fortuna ha hecho más productivos. No habrá, por tanto, igualdad en los resultados y recibirán más quienes hayan hecho una contribución mayor. Pero también se tratará de retener el esfuerzo cooperador de los más infortunados, desalentándolos de “votar con los pies” (...) y, en orden a conseguirlo, los miembros más dinámicos y eficientes de la sociedad, y también aquéllos a los que simplemente sonríe la suerte, habrán de aceptar transferencias netas de riqueza y renta desde ellos al colectivo de los más débiles y a los castigados por el azar. El tan debatido principio de la diferencia trata de aunar elegantemente ambos propósitos, (...), y además, en opinión de Rawls, recoge el sentido intuitivo de la noción de fraternidad.

Aún más importante, el lema Fortune Oblige parecía tener implicaciones fundamentales en el plano de la ética, en las decisiones sobre cómo vivir de forma digna; sobre qué nos conviene y cómo debemos comportarnos con los demás. Un lema que permite apreciar el impacto del azar en nuestras historias vitales y actuar de forma coherente con este; de darse la buena vida, de hacerlo lo mejor posible en cada momento y, en la medida de nuestras posibilidades -y la visión de éstas que nos permita nuestra, siempre mejorable, fuerza de voluntad-, luchar por la excelencia en el desarrollo de los dones que la fortuna nos ha otorgado. Puede que el azar no nos haya otorgado las mejores cartas biológicas, sociales o eventuales, pero eso no implica que no podamos tratar de jugar la mejor partida posible con ellas. Es éso lo verdaramente ético, evitar la inercia del vivir.

“La Buena Vida es para miembros Premium”

Finalmente, el subtítulo del blog es una referencia jocosa a una de las verdades más importantes que nos recuerda la economía: toda decisión conlleva un coste de oportunidad, una renuncia. En suma, que todo cuesta algo, que nada es gratis o, con la versión de Puccio de Les Luthiers en mi memoria: que hay un mundo mejor, ¡pero es carísimo!

[1] Juan Antonio Rivera (2006): Menos utopía y más libertad

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Originalmente publicado en ¿Por qué Fortune Oblige.eu?

En esta primera entrada quiero estrenar el blog explicando por qué he decidido titularlo así. Sobre sus contenidos no he decidido ninguna temática concreta al ser un blog personal; podría escribir sobre cualquier cuestión que me interese, aunque me imagino que también se encontrará un aire de familia entre lo que escriba y las preocupaciones íntimas que fundamentan las lineas que siguen.

Sean bienvenidos.

Fortune Oblige

En una de las mejores defensas del liberalismo de izquierdas [1], y a propósito del equilibrio preciso entre los valores de la tríada ilustrada de Libertad, Igualdad y Fraternidad -el proyecto civilizatorio más importante de la historia de la humanidad y el único que realmente merece la pena-, se comenta, en relación a la teoría de la justicia de Rawls que:

Sentimos que quienes padecen el azote de una catástrofe natural o de una invalidez física tienen derecho a pedir compensaciones en nombre de la justicia al resto de los contribuyentes, es decir, al Estado. Actuando bajo el imperio de esta motivación, los poderes públicos pretenden asegurar un máximo de igualdad de oportunidades, una equiparación en los medios para obtener resultados desiguales. Más que “noblesse oblige”, el lema de la justicia rawlsiana es “fortune oblige”.

Desde el momento en que terminé esa línea, supe que había encontrado un lema que sintetizaba una visión general -unos principios de justicia- que encajaban de forma perfecta con mis propias intuiciones, sobre nuestros deberes tanto éticos como políticos:

El esquema distributivo que habrá de imperar en la sociedad sabrá preservar los incentivos para cooperar con el orden social de aquéllos a los que el favor de la fortuna ha hecho más productivos. No habrá, por tanto, igualdad en los resultados y recibirán más quienes hayan hecho una contribución mayor. Pero también se tratará de retener el esfuerzo cooperador de los más infortunados, desalentándolos de “votar con los pies” (...) y, en orden a conseguirlo, los miembros más dinámicos y eficientes de la sociedad, y también aquéllos a los que simplemente sonríe la suerte, habrán de aceptar transferencias netas de riqueza y renta desde ellos al colectivo de los más débiles y a los castigados por el azar. El tan debatido principio de la diferencia trata de aunar elegantemente ambos propósitos, (...), y además, en opinión de Rawls, recoge el sentido intuitivo de la noción de fraternidad.

Aún más importante, el lema Fortune Oblige parecía tener implicaciones fundamentales en el plano de la ética, en las decisiones sobre cómo vivir de forma digna; sobre qué nos conviene y cómo debemos comportarnos con los demás. Un lema que permite apreciar el impacto del azar en nuestras historias vitales y actuar de forma coherente con este; de darse la buena vida, de hacerlo lo mejor posible en cada momento y, en la medida de nuestras posibilidades -y la visión de éstas que nos permita nuestra, siempre mejorable, fuerza de voluntad-, luchar por la excelencia en el desarrollo de los dones que la fortuna nos ha otorgado. Puede que el azar no nos haya otorgado las mejores cartas biológicas, sociales o eventuales, pero eso no implica que no podamos tratar de jugar la mejor partida posible con ellas. Es éso lo verdaramente ético, evitar la inercia del vivir.

“La Buena Vida es para miembros Premium”

Finalmente, el subtítulo del blog es una referencia jocosa a una de las verdades más importantes que nos recuerda la economía: toda decisión conlleva un coste de oportunidad, una renuncia. En suma, que todo cuesta algo, que nada es gratis o, con la versión de Puccio de Les Luthiers en mi memoria: que hay un mundo mejor, ¡pero es carísimo!

[1] Juan Antonio Rivera (2006): Menos utopía y más libertad